Un soplo de viento
llevó su corazón aventurero
a adentrarse mar adentro.
Llegó a ser prisionero de la mar.
Encantado por los cielos abiertos
en su día a día,
formó parte de la historia
navegando a la deriva
entre mar y más mar.
Perdido, en las aguas de la vida
va buscando su lugar.
Hasta naufragar, no cesará.
Cayó en la ilusoria sensación
de ser navegante de profesión.
El mar abierto le hechizó.
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