Nada es comparable a la sensación del deleite del paladar
al degustar la cremosidad del chocolate derritiéndose en tu boca. Léntamente el
aroma del cacao se adentra en tus sentidos y te envuelve plácidamente
llevándote a un maravilloso paraíso de sensaciones agradables, donde tu
imaginación juega el papel más importante. Tu alrededor desaparece por un
instante, sintiéndote presa del placer sublime. Tu mente juega a la vez que tu
boca siente y puedes verte en situaciones que
no has vivido, puedes dejar que tu imaginación cobre vida, todo depende
de ti y del momento.
La sensación es más intensa si compartes ese momento, ese
sabor, si juegas con los sentidos y dejas que el chocolate sea el protagonista
en una noche de pasión como la que vivió Marta junto a Carlos en una noche de
Sábado. Amantes del deseo, y llevados por la magia y el encanto de la
seducción, dejaron que sus mentes se adueñaran de la situación. Ella había
comprado variedades de chocolate, en tableta y en crema para las fresas.
Conocía bien los gustos de su pareja y lo excitante que podía ser usar el
chocolate en una noche como esa. Carlos bajó la intensidad de la luz y encendió
el equipo de música del cual sonaba una suave balada , dejando una agradable
sensación de intimidad en esa estancia
donde ambos se encontraban presas del deseo. Las miradas expectantes fueron
agudizándose, sus cuerpos se acercaron y juntos fueron al encuentro de la
desnudez. Marta estiró su brazo derecho para alcanzar la mesita donde tenia
preparada las fresas con chocolate. Acostados sobre la cama fueron jugando con
sus cuerpos, saborenado cada momento que la noche les regalaba. Ella dominaba
la situación, adueñándose de los cuerpos desnudos, excitando a su compañero y
amante, ofreciéndole el mayor de los placeres al jugar con sus sentidos usando
el chocolate, y como no, la imaginación. Él disfrutaba hasta llegar al punto de
extremecerse. Todo fue tan intenso y agradable como jamás lo habia sido, fue
distinto, y el único ingrediente que produjo tal intensidad de placer ya lo
conocéis.La fogosidad de los cuerpos fue acelerando sus palpitaciones, sus
respiraciones se entrecortaban, las caricias pasaron a cobrar mayor intensidad;
sus miradas se cruzaban y el placer crecía cada vez más. Los cuerpos sudorosos
parecían fundirse en uno solo. Carlos comunicaba a su chica cuanto la queria en
un momento de unión que jamás olvidaría. Juntos llegaron al punto cumbre de la
excitación. Marta sonreía y Carlos no pensaba marcharse de su lado el resto de
su vida.
Marta se felicitó a si misma por su idea, no
tan original pero si efectiva.